Ellos eran así, tan tranquilos y locos a la vez. Eran ideales el uno para el otro, pero nadie puede quererse sin primero conocerse.
Ella, Zoe… Tenía dieciséis años y no era alguien que llamara la atención. No era tampoco de notas perfectas. Pero era buena persona y buena compañera, una amiga para Dalia y Mía, vivía en Quilmes con su papa. Sus papas estaban separados desde que nació la hermana menor de Zoe, Iris. Su mama vivía en Pilar con su hermana y el papa de Iris. Ahora preguntaran ¿Qué tiene de interesante Zoe?, ni yo lo sabia hasta que paso algo muy desagradable.
Un 26 de febrero el papa de Zoe tuvo un accidente mientras volvía del trabajo, fue victima de la inseguridad, lo que se cree es que al salir del trabajo, a las diez de la noche, un hombre lo enfrento y lo apunto con un arma. El padre de Zoe se resistió a darle el celular y por eso le dio un tiro en la cabeza. Falleció en el acto.
Desde ese entonces, Zoe se mudo con su mama. La relación con su mama no era del todo buena, pero entendió que eran solo cinco años hasta que pudiera irse a vivir sola.
Llegado marzo, las clases comenzaban…escuela nueva, nueva familia, nuevas costumbres, nuevas personas por conocer…entre ellos, alguien llamaría la atención completa de Zoe. Ella se sentó en el pie de la escalera, donde lo vio por primera vez. Se quedo mirándolo como esperando a que le diera una sonrisa, pero se dio cuenta de que no era un cuento de hadas, era la realidad…así que bajo su mirada… Sonó el timbre y ella fue a su curso. El era de ultimo año, no era alguien quien todas en la escuela morían por el. El era tranquilo, tenia sus amigos. Era castaño, ni tan alto, ni tan bajo, era de pocas palabras.
Esta no es la historia de cómo Zoe hizo que el se fijara en ella, ni es la historia de cómo el hizo para que Zoe se fijara en el. Es la historia de cómo el destino a veces se equivoca…
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